Paz personal, un camino posible

No es la política, no es la economía, no son los Estados ni las instituciones. La manera de transformar al ser humano, es el camino hacia su propio interior, dejando de prestar atención a lo externo y poniendo más énfasis en conocernos por dentro.

Pacificar nuestra cabeza, nuestras emociones, serenar el ánimo y nuestras acciones.

No seguir a nadie, sólo a tu alma que sabe a la perfección dónde ir.

Vivir inmersos en la realidad que nos toca vivir, manteniendo la alegría.

Ser románticos, pensando en que se puede lograr este objetivo de paz, aunque esto no implica necesariamente ser tontos.

No distraerte del único objetivo que tienes: obtener la paz. La luz es simple.

No hay que convencer a nadie. Simplemente vive pacíficamente.

Nuestro ego es quien más nos hostiga, quien más nos oscurece. Tengamos en cuenta algunas de esas técnicas que alguna vez aprendiste para lograr de nuevo obtener el centro.

Todas las técnicas y prácticas son caminos posibles, todos son válidos. Igualmente sólo son caminos, no objetivos en sí.

Nuestra meta sigue siendo nuestra paz.

Cuánto más se busca explicar una verdad, más se empaña su pureza. Si es simple, se abrirá paso en la mente de los hombres.

Quisiéramos ver a todo el mundo feliz y próspero: ¿sabemos algo acerca de cuáles son los estándares de felicidad y prosperidad de cada ser?

Si tenemos poder, generemos las condiciones necesarias para la paz. La sociedad humana es compleja y contradictoria. Es posible que una sola palabra dicha en el momento justo, genere una reacción positiva en cadena a lo largo de todo el planeta.

Cuidemos lo que decimos entonces, y sobre todo lo que pensamos. Allí, en el pensar, es donde se genera el inicio de todas las guerras y frustraciones, personales y colectivas.

La guerra es ruido, destrucción, más oscuridad, dolor.

La paz es silencio, construcción, luz y alegría.

Mi deseo es poder lograr la paz conmigo mismo, contigo, con las plantas y los animales, con la tierra toda.

Se que dentro tuyo también sentís lo mismo.

Si nos animamos y rompemos los tabúes y la incomunicación de la sociedad, podremos reconocer que buscamos a Dios, al ser único y divino, manifestado dentro de tí y que lo puedes ver en el reflejo de tus ojos cuando miras a otro ser.

Que los símbolos del oro, incienso y mirra, despierten a tu niño y en ese pensar lúcido, tomes en tus manos LA meta: adiós a las armas, bienvenida la paz a nuestro corazón, bienvenida la paz a la vida entera.